Amar al judaísmo con todo tu ser: La cabeza, el corazón y las manos

Al participar en discusiones y exploraciones de la identidad, historia, experiencias y prácticas judías, despertamos nuestra conciencia hacia el poder del Orgullo Judío.

 Jóvenes judíos de todo el mundo participando en la Marcha de los Vivos en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, en Polonia, el 11 de abril de 2018. (photo credit: YOSSI ZELIGER/FLASH90)
Jóvenes judíos de todo el mundo participando en la Marcha de los Vivos en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, en Polonia, el 11 de abril de 2018.
(photo credit: YOSSI ZELIGER/FLASH90)

Ser judío es algo tangible. No es solo una idea; es una práctica y una historia. Es una identidad colectiva, y no solo una práctica religiosa. Hay componentes reales y materiales que anclan a los judíos en sus identidades judías. Ser un judío anclado es ser capaz de resistir el huracán de odio que nos rodea en el mundo exterior.

Desde la publicación de mi primer libro sobre el Orgullo Judío, he considerado el siguiente modelo que apoyará a los judíos en el desarrollo de una identidad judía empoderada. Utilizando la Cabeza, las Manos y el Corazón, podemos construir un movimiento de Orgullo Judío sostenible que eduque, inspire y empodere a los judíos de todo el mundo para que vean su judaísmo como una fuente de orgullo y nunca de vergüenza.

La cabeza

Para sentir orgullo de algo, debes entenderlo; de lo contrario, el orgullo no se desarrolla ni arraiga.

Hablando en el Templo Wilshire Boulevard en Los Ángeles en 2022, adolescentes judíos preguntaron por qué deberían estar orgullosos de su judaísmo. No estaban siendo obtusos; más bien, estaban buscando profundizar su comprensión de cómo podrían participar en este movimiento.

La respuesta que di fue entender y explorar la historia y la identidad judía. Les dije que debíamos desmentir la noción de que el judaísmo no puede ser definido. La historia judía está respaldada por la arqueología y la evidencia epigráfica que ilustra vívidamente los orígenes y la evolución del pueblo judío en el Levante Sur, específicamente en la Tierra de Israel.

 Estadounidenses israelíes y partidarios de Israel se reúnen en solidaridad con Israel y protestan contra el antisemitismo, en medio del actual conflicto entre Israel y Hamás, durante una concentración en el National Mall de Washington, Estados Unidos, el 14 de noviembre de 2023. (credit: REUTERS/LEAH MILLIS)
Estadounidenses israelíes y partidarios de Israel se reúnen en solidaridad con Israel y protestan contra el antisemitismo, en medio del actual conflicto entre Israel y Hamás, durante una concentración en el National Mall de Washington, Estados Unidos, el 14 de noviembre de 2023. (credit: REUTERS/LEAH MILLIS)

Esta evidencia arroja luz sobre nuestro sentido de identidad colectiva, uno que está profundamente arraigado en la naturaleza indígena de esa tierra. Es este concepto crucial que debemos inculcar en nuestra comunidad.

Contrario a lo que el mundo en general pueda argumentar, el pueblo judío no es una fe; somos un pueblo distinto con una conexión profunda y emocional con nuestra tierra indígena. Nuestra historia se remonta al menos a 3,200 años, y a lo largo de este tiempo, incluidos más de 1,300 años de residencia en la Tierra, con diferentes grados de soberanía, hemos cultivado y preservado nuestra civilización.

Los judíos de hoy están intrincadamente vinculados a través de un continuo de cultura, práctica y creencia a nuestros ancestros de hace milenios. Es imperativo que cada judío esté familiarizado con los hechos básicos de la historia judía, que se extienden más allá de la Torá y nuestros relatos fundamentales.

Además, sin este conocimiento, la narrativa judía—que se desarrolla a lo largo de miles de años—corre el riesgo de ser moldeada e interpretada únicamente por perspectivas externas. Debemos afirmar enfáticamente que las únicas personas que pueden definir la identidad judía son los propios judíos. Sin embargo, para abrazar verdaderamente y enorgullecernos de nuestra identidad, primero debemos conocer nuestra historia.

Las manos

El judaísmo no es un concepto abstracto; está profundamente arraigado en prácticas y costumbres tangibles que reflejan nuestra herencia, la cual es autóctona de la tierra de Israel. Nuestro movimiento de orgullo debe ser práctico y estar activamente comprometido con la vida judía.

Ser judío trasciende el mero sentimiento; requiere participación activa. El término "judaísmo", mencionado por primera vez como Ioudaismos en el segundo libro de los Macabeos, se dice que significaba actuar a la manera de los judíos. Sin embargo, debido a las (malas) interpretaciones modernas del judaísmo, gran parte de la acción judía a menudo se enmarca únicamente a través del prisma de la religión.

Sin embargo, aunque la adoración a Dios siempre ha sido central, la expresión activa de nuestra judaísmo ha abarcado mucho más. Ha representado la esencia misma de nuestra identidad judía: un conjunto distintivo de prácticas que nos distinguían de quienes nos rodeaban.

En su estudio Judaísmo: Práctica y Creencia, 63 a.C. - 66 d.C., E. P. Sanders destaca que los judíos compartían "un conjunto común de prácticas y creencias centradas en la Torá Mosaica y el resto de lo que en ese momento era considerado como escrituras sagradas". Por lo tanto, es claro que los judíos modernos también deben honrar nuestra especificidad y herencia a través de la acción judía.

Soy un judío secular; Dios no juega un papel en mi identidad judía. Cuando recito el Kaddish por mi difunto padre, a pesar de su significado tradicional, no estoy exaltando a Dios. En cambio, estoy honrando a mi padre de la manera en que los judíos han honrado a sus difuntos durante más de mil años. Estoy forjando una conexión con mis ancestros y con las futuras generaciones.

Esta idea puede servir como un principio rector para nuestra expresión judía. Los judíos seculares, en particular, deben reconocer que la práctica judía también les pertenece. Al igual que nuestros ancestros, estos rituales son la forma en que expresamos nuestras identidades judías.

Hago hincapié de nuevo: no somos meramente un concepto abstracto; somos una civilización viva, respirante y evolucionando en la que cada judío debe participar activamente. Esto no implica que todos expresaremos nuestras identidades judías de la misma manera. Dentro del vasto espectro de la ley y tradición judía, cada uno de nosotros puede descubrir algo poderoso y profundo que nos permita expresar nuestro judaísmo auténticamente. Imagina un simjá (evento alegre) donde todos los judíos del mundo se reúnen. Imagina una mesa de buffet rebosante de una variedad de deliciosos bocados que representan diferentes prácticas y tradiciones judías de todo el mundo. Cada judío tiene la oportunidad de levantarse de su asiento y elegir su propia combinación única de expresiones judías. Esta diversidad es lo que hace que nuestra comunidad sea tan hermosa, pero cada uno de nosotros debe levantarse y elegir. Simplemente dicho, para ser judío debemos actuar como los judíos.

El corazón

El orgullo es en realidad un sentimiento. Lo construimos y reforzamos a través del conocimiento y la acción, sin embargo, es un sentimiento que debemos cultivar deliberadamente. Al participar en discusiones y exploraciones de la identidad, historia, experiencias y prácticas judías, despertamos nuestra conciencia al poder del Orgullo Judío. Basado en elementos tangibles, no es una noción fugaz o liviana; más bien, está anclado en el núcleo mismo de ser judío, arraigado en un profundo sentido de confianza y autoestima.

Si bien el conocimiento y la acción siguen siendo cruciales, debemos fomentar un sentido de conexión entre los individuos, la comunidad judía colectiva, y el pasado, presente y futuro del pueblo judío. Nuestra existencia hoy como judíos no es coincidencia; es la culminación de la dedicación inquebrantable de nuestros antepasados a la supervivencia del pueblo judío. Ellos sentaron las bases y enriquecieron continuamente nuestro patrimonio cultural, permitiéndonos disfrutar de una cultura judía vibrante y próspera en todo el mundo.

Independientemente de nuestras ubicaciones geográficas, todos los judíos están intrincadamente vinculados entre sí. Es a través de este sentido de conexión y pertenencia que podemos fomentar un orgullo judío colectivo. Al nutrir la identidad judía, capacitamos a individuos para reconocer su rol en el amplio tapiz de la historia, identidad y expresión judías, reforzando así su orgullo.

El poder transformador del orgullo ha impulsado a diversas comunidades hacia adelante, encendiendo un sentido de curación y empoderamiento. Ahora es el momento para que los judíos abracen esta fuerza extraordinaria y cosechen sus beneficios profundos.

El orgullo judío debe ser el camino para nuestro futuro. A través del modelo de la cabeza, las manos y el corazón, podemos abrazar nuestra especificidad, celebrar nuestra herencia, unirnos como un solo pueblo y desbloquear una fuente ilimitada de fuerza y posibilidad. Asumamos audazmente el orgullo judío como la luz guía que nos impulsa hacia un futuro de dignidad, resiliencia y empoderamiento colectivo. Juntos, daremos forma a un futuro judío que sea vibrante y resplandeciente con el espíritu perdurable del orgullo.

Am Israel Jai.

El escritor es fundador del movimiento moderno de orgullo judío, educador y autor de "Jewish Pride: Rebuilding a People". Su nuevo libro es "Reclaiming Our Story: The Pursuit of Jewish Pride".